23 de març 2009

Muere el pintor Rafael Lozano Bartolozzi




La Plaza de la Paz es su obra más conocida en Pamplona. ARCHIVO






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NAVARRA

Muere el pintor Rafael Lozano Bartolozzi


- Pamplonés afincado en Tarragona, es considerado una referencia del "pop-art" - Fallecido a los 66 años, su obra más conocida en Navarra es la plaza de la Paz, en Pamplona - Hijo de los pintores Pedro Lozano de Sotés y Francis Bartolozzi, fue alcalde durante una década de su localidad de residencia

DN. . PAMPLONA

Lunes, 23 de marzo de 2009 - 02:14 h

El pintor y escultor Rafael Lozano Bartolozzi falleció ayer de madrugada, a los 66 años, en su casa de Vespella, en Tarragona, a consecuencia de un proceso cancerígeno que le había tenido ingresado en un hospital de Barcelona cerca de un mes.
Lozano, considerado uno de los pintores navarros "más cosmopolitas", desarrolló la mayor parte de su carrera fuera de la Comunidad foral, aunque realizó varias exposiciones en Pamplona, entre ellas una en el Museo de Navarra, fue el autor de una cartel de la Feria del Toro y diseñó la plaza de la Paz, en Pamplona.
Rafael Lozano Bartolozzi estaba casado con Nuria Aimamí, con la que tenía un hijo, Nil, también artista. Era hijo del matrimonio de artistas que formaban Rafael Lozano de Sotés y Francis Bartolozzi y tenía tres hermanos: Marisa, Pedro, profesor de la Universidad de Navarra , y María del Mar, catedrática del Historia del Arte. Aunque afincado en Cataluña desde su juventud, viajaba frecuentemente a Pamplona desde Vespella, una localidad situada a 14 kilómetros de Tarragona de la que alcalde durante tres legislaturas en los años 90.
Rafael Lozano, que había cumplido 66 años el 14 de marzo, estaba preparando las obras para una nueva exposición, que iba a celebrarse en abril. Asimismo, ayer mismo se anunció que Bartolozzi sería uno de los artistas que iban a participar en una muestra en Valencia, que tenía como motivo el transporte en metro y tranvía.
Desde los años 60
Rafael Lozano Bartolozzi es "uno de los pintores navarros más cosmopolitas", aseguraba ayer Camino Paredes, experta en arte y ex directora general de Cultura. Aunque "un tanto ajeno a lo navarro", Paredes explicaba que había logrado tener una "presencia y se había hecho un nombre" en el panorama pictórico español. "Siempre pintó en el contexto de lo abstracto, pero con reminiscencias figurativas", describe la experta en arte.
Nacido en 1943, conocido tanto por su faceta de pintor como la de escultor, Lozano Bartolozzi había estudiado en los Escolapios y en el Instituto Ximénez de Rada de Pamplona y había pertenecido al Grupo Municipal de Dantzaris. En 1962 se traslada ya a Barcelona, en cuya Universidad cursa Bellas Artes. Es en estos momentos cuando el pintor pamplonés inicia su carrera artística y expositiva. Su relación con otros estudiantes y con profesores como Rafael Santos Torroella le permitieron mostrar sus primeras obras en la Sala Gaspar, una referencia en el mundo artístico de la Barcelona de aquellos años.
Influenciado por la obra de artistas como Millares, Saura y Tapies, y por la abstracción en general, desde 1965 participó en un sinnúmero de actividades culturales, que iban desde las exposiciones hasta los happenings, pasando por la gestión cultural, la creación de objetos de merchandising o de esculturas de los más diversos materiales.
Aunque como pintor mantenga siempre el lenguaje abstracto, fue regresando en las siguientes dos décadas a la figuración, hasta el punto de que se consagró como uno de los referentes españoles del pop-art. En estos años trabajó con el pintor Arranz Bravo. Fueron pareja artística durante 16 años, hasta 1983.
Ambos firmaron en 1970 el edificio de la fábrica Tipel de Partets del Vallés. Este trabajo, colorista, les trajo fama, pero también polémica. Fue su obra más significativa, y la que les dio popularidad, en parte por el intento de las autoridades de que se borrase, argumentando que podía distraer a los conductores de la autopista Barcelona-Gerona.
En 1975 mostró parte de su obra en la Ciudadela de Pamplona. Era la época en la que sus cuadros evocaban un "erotismo trangresivo de evocaciones fantásticas", que llevaron a que el crítico de arte José Corredor Matheos le bautizara como "un Gustave Doré de de nuestra época".
El informalismo
Tras representar a España en la Biennale de Venezia en 1980, su estilo va evolucionando hacia el llamado informalismo. En ese tiempo, poco después de romper con su compañero Arranz Bravo, explicaba a Diario de Navarralos objetivos de su pintura. "Plasmar los símbolos de la corrupción de la sociedad. Dar colores a lo triste y a lo sórdido y así destruirlo. Destruir las situaciones angustiosas del hombre. Que la gente disfrute. Y si la gente no disfruta, disfruto yo, que pinto para mi locura", decía en 1984.
De esa misma década data también su obra más conocida en Pamplona, y también la más controvertida: la plaza de la Paz, conocida popularmente como la "plaza de los txistus". La obra está compuesta por cinco farolas de hierro en forma de txistu, de 8,3 metros de altura, dos esculturas de mármol (una que representa a una mujer sin brazos y con los ojos vendados y la otra, a un hombre que sostiene sobre su espalda otra piedra redonda y de mayor tamaño) y dos grandes columnas. En 2001 el propio Rafael Lozano se encargó de su remodelación y remató las columnas con capiteles en forma de cubo en los que se puede leer la palabra "paz" en ocho idiomas.
Alcalde
A pesar de que había declarado no "creer nada en la política", a finales de los ochenta se presentó a la alcaldía de la localidad donde residía, Vespella de Gaia. A lo largo de las tres legislaturas en las que estuvo al frente del ayuntamiento, además de mejorar infraestructuras, hizo que se colocaran en la vía pública un buen número de esculturas, dibujos y otras obras de arte. El incendio que arrasó el pueblo en 1993, que se cobró seis vidas, marcó la obra del pintor navarro, que tomó una orientación más expresionistas y se inspiró en la catástrofe.
Esta etapa culmina en 1999 con la colocación dentro de la playa de Torredambarra de una escultura gigantesca, titulada Alfa & Omega, "un monumento a los marineros, al mar, al pueblo turístico y sobre todo al Mediterráneo". Desde entonces, y hasta su muerte, Bartolozzi siguió mostrando su obra en buen número de exposiciones, tanto en España como en Europa.